
Las largas colas que se registran en la puerta de las oficias que
La mayoría son mujeres. Y las postales muestran a embarazadas, a jóvenes madres con sus hijos en brazos, y a chicos que esperan junto a ellas.
Carencias por todos lados. Por donde se lo mire, proliferan los relatos de pobreza, de dificultades para comer y mantener a muchos hijos; de trabajos en negro, y de madres solteras que son el único sostén familiar.
Se dice que la única verdad es la realidad, y aquí queda claro que son muchos -en rigor de verdad, muchísimos- los compatriotas que no pueden satisfacer las necesidades básicas.
“Yo necesito esa ayuda, estaba alquilando por $ 500 pero el alquiler subió a $ 1.200 y ya no lo pude pagar, entonces me tuve que mudar a la casa de mi mamá. Mi marido trabaja en negro, y los $ 180 (de la asignación) me ayudarían mucho, me servirían para comprarle los pañales a mi hija”, dijo Aylin, una joven de 21.
Trabajo en negro, changas y desempleo son palabras que se repiten en cada una de las historias de estas personas que, durante horas, esperan acceder al trámite que les permitirá cobrar los $ 180 por hijo. Pero claro, para asegurarse la inscripción primero deben estar entre los 600 números que a diario reparte el organismo.
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